martes, 7 de septiembre de 2010

IDEAS Y ACTITUDES


Ejemplos de las principales posturas en torno al problema del conocimiento.

Elizabeth Landa Cortés. Licencitura en Pedagogía de la Universidad IVES, "Instituto Veracruzano de Educación Superior", Xalapa, Ver., México.

Fotografía: "Las hojas Muertas", de Remedios Varo.

El Dogmatismo: El Dogmatismo no considera que exista un problema acerca del conocimiento; se aceptan las cosas tal y como son, según un punto de vista específico.
Los ejemplos más claros se dan en la moral o en la religión, uno sería el de aquellas personas que están en contra de una educación en las escuelas que se incline más a los datos científicos e invalide los religiosos, tales como el origen del mundo o del hombre mediante nuevas teorías científicas. Son dogmáticos aquellos que buscan conservar estas interpretaciones antiguas y no aceptan que puede haber mejores formas de comprender la realidad basadas más en la demostración que en el mito, y mantienen acaloradas discusiones defendiendo su postura y no aceptando opiniones diferentes.

El Escepticismo: Es una postura que parte de la idea de que para el sujeto es imposible alcanzar el conocimiento del objeto, o si se pudiera conocer, el sujeto no sabría interpretarlo o expresarlo, por ello tampoco puede hablarse de verdades auténticas.
Un ejemplo de esto sería cuando una persona está totalmente convencida de que es imposible tener conocimiento acerca de cosas que no pueden verse, tales como: Dios, el alma, los espíritus, o cualquier otra noción que exista en el imaginario popular; quienes son científicos y tienen como creencia la necesidad de demostrar vía experiencia los fenómenos, se apegan a tales afirmaciones*.

El Subjetivismo: Es una postura acerca de la verdad, dice que esta es relativa en el sentido en que depende del sujeto que analiza o afirma algo acerca de la realidad; puede haber conocimiento pero éste depende del sentir de cada sujeto. Un ejemplo sería cuando una persona afirma que existe el amor como un sentimiento natural en todos los seres humanos y lo ve como algo totalmente verdadero, pero posiblemente otra persona con menos suerte que la primera en cuanto a relaciones amorosas, diría que el amor no es algo que se pueda conocer y, por lo tanto, según él, no existe.

El Relativismo: En esta postura el conocimiento es variable y no hay verdades absolutas, los juicios que se realizan sobre las cosas dependen sobre todo de aspectos temporales, culturales o sociales que determinan la creencia o conocimiento acerca de algo. Como ejemplo vemos que en algunas culturas el maltrato a los animales es algo normal pues se tiene la creencia o el conocimiento justificado de que los animales no piensan y por tanto no valoran lo que sienten; por lo tanto, se creen con el derecho de hacerles daño. Algo que para otras culturas, que tienen una visión más clara de la condición de los animales, resulta denigrante. He aquí una diferencia de opiniones basada en el relativismo.

El Pragmatismo: Señala que sólo lo que representa utilidad es verdadero y que debe haber una concordancia entre la teoría y la práctica pues sólo así hay conocimiento.
Para ejemplificar: se puede mencionar la exigencia que se le hace a cualquier persona de que actúe con base a los principios o consejos que propone, es decir que sea fiel a sus convicciones de modo que ponga en práctica su forma de pensar y no solo presuma o comunique sus deseos o “filosofía de vida”, pues de lo contrario a esa persona se le valorará como mentirosa o de falsas creencias. De igual modo se le exige a las ciencias que no sólo aborden problemas de forma teórica, sino que aterricen en el contexto del mundo para que no únicamente se idealice, sino que se apliquen los conocimientos.

El Criticismo: Es un término medio entre el dogmatismo y el escepticismo. El Criticismo acepta que hay verdades, pero no todo lo que se afirma puede ser considerado como verdad, el conocimiento requiere un análisis que se logra con el uso de la razón y hay que aprender a ver cuáles son los límites de ésta.
Un ejemplo: los descubrimientos científicos que muchas veces llegan a parecer definitivos; a partir de estos se establecen teorías y se ven como algo seguro, pero el conocimiento debe progresar y no estancarse, pues de lo contrario, estaríamos introduciéndonos a un dogmatismo. Muchas veces lo que era seguro resulta no serlo, pues no se puede conocer nada de manera definitiva; siempre hay algo más que no fue percibido o que hace falta analizar con mayor profundidad. El criticismo consiste entonces en no ser conformistas en cuanto al conocimiento de algo, pero tampoco dudar de todo, mejor hay que mantenerse en constante reflexión para encontrar evidencias.

El Racionalismo: Esta forma de pensar basa el conocimiento en el uso de la razón, por lo que una persona necesita eliminar la idea de que la experiencia es lo único fiable.
A lo largo de la vida, conforme uno va adquiriendo conocimientos, se da cuenta de que los sentidos en ocasiones nos engañan, de ahí que algunos busquen ser más racionalistas y no dejarse llevar por opiniones basadas en lo sensible. Cuando alguien es muy metódico, muy ordenado y actúa conforme a su pensamiento, no dejándose llevar por lo animal, es decir lo impulsivo o lo instintivo, se es más racionalista. Las personas doctas son racionalistas porque basan sus afirmaciones o argumentos en un fundamento racional.

El Empirismo: Nos dice que el origen del conocimiento es la experiencia. Las personas que han tenido poco acceso a la educación muchas veces no están informadas acerca de los avances tecnológicos, médicos o científicos, por lo que podemos encontrar conocimientos basados totalmente en la experiencia como los remedios naturales, válidos en cierto ámbito; la predicción de acontecimientos basada en la repetición de fenómenos, o la interpretación de situaciones de vida aludiendo al mito o la fantasía. Pocas veces hay un deseo por reflexionar racionalmente acerca de eso, puesto que es la experiencia la única guía que se emplea para la vida.

El Intelectualismo: Defiende que para que se dé el conocimiento se necesita tanto de la experiencia como de la razón, por considerarlos dos factores necesarios, en donde uno no es más importante que el otro. Aunque parezca que de la experiencia surgen todos nuestros conocimientos, de ella obtenemos básicamente percepciones o datos sensibles, y solo falta un segundo momento en el que elaboramos ideas o conceptos a partir de esos datos. No se trata únicamente de que una persona observe un objeto, sino que además tiene que comprenderlo y para ello necesita decir algo sobre el objeto y expresar un razonamiento. Un bebé en crecimiento observa y experimenta con diversos objetos, pero su madre poco a poco debe enseñarle los nombres o significado de cada uno para que aprenda.

El Apriorismo: Señala que hay elementos que son apriori a la hora de conocer, es decir, que son intuiciones o formas independientes de la experiencia.
Un ejemplo de algo que es apriori serían los números o las figuras geométricas. Sabemos que son algo verdadero, necesario, y que nunca hemos visto un número tal cual o un círculo perfecto físicamente, pero por lo mismo, son objetos a priori, nos sirven para conocer más sobre un objeto físico, pero en sí ni se encuentran ni se producen en el mundo, sino que son algo independiente y previo a toda experiencia.

El Idealismo: Una persona es idealista cuando da más importancia a lo que está en su mente que al mundo o a los objetos, pero también significa que cree demasiado en la capacidad de su intelecto para producir cosas. Entonces, algunos políticos serían idealistas, porque ellos plantean un gobierno o un entorno mejor y nos hacen creer que así es. Pero no todo lo que se idealiza es real y sólo algunos han logrado que sus ideas o proyectos se reflejen en la realidad produciendo inventos o artefactos que a nadie más se le ocurrirían; es difícil encontrar un ejemplo totalmente evidente que muestre cómo lo real es únicamente ideal. Aquí, siento, se va al extremo al decir que las cosas en sí no existen sino que son un producto del pensamiento, o sea, que son ideas reales. Sería casi como decir que sólo por pensar algo signifique que eso es la realidad.

El Objetivismo: Señala que en la relación del conocimiento: sujeto-objeto, el objeto tiene más peso, de modo que si el sujeto puede conocer es porque el objeto lo determina, porque tiene ciertas características que el sujeto sólo descubre u observa.
Un pintor que realiza un retrato, no está inventando nada, puesto que está captando o recibiendo las cualidades de la persona que reproduce, por lo que trata de ser lo más objetivo posible al conocer tal cual dicho objeto, en cambio, si creara una obra de la nada, sería totalmente subjetivo, usando su imaginación para inventar algo que no tiene presente y para lo cual no toma formas.

El Fenomenalismo: Indica que sólo se pueden conocer fenómenos, es decir, apariencias de los objetos, pues lo que estos son, en el fondo, es imposible conocerlo.
Cuando uno se acerca a otras personas con quienes tiene poco contacto se puede conocer poco acerca de ellas, únicamente se les reconoce por su apariencia, y lo que pueda decirse de ellas es una mera opinión, un acercamiento, porque siempre existirá algo que no se muestre o escape a nuestro entendimiento.

El Realismo: Éste afirma con completa seguridad que existen cosas en el mundo y pueden ser conocidas.
Todos aceptamos esta idea pues diariamente despertamos y sabemos en donde están ubicados los objetos, las personas o las habitaciones, y suponemos que todos los días estarán en el mismo lugar. No dudamos de ello pues hemos visto que siempre ha sido así, por lo que nuestros actos son seguros, ya que presuponemos un espacio y un tiempo y un conjunto de situaciones que se presentan día a día.

* Lo que en esta parte se explica es que la determinación de no reconocer la idea de Dios porque no corresponde con un ente perceptible, es una postura dogmática (dicho esto sin querer justificar algo); ya que mientras no se pueda aceptar dicho ser porque no se le perciba, no implica que se deba descartar la posibilidad de que se le pudiera percibir en lo futuro. Apoyando a la autora de este escrito, recomiendo que la postura del filósofo, entonces, debiera ser cauta e imparcial en temas cuestionables como el de la existencia de Dios (Nota del editor de la página).

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